Ya estamos a viernes, todos a la playa, supongo, a descansar de esta semana horrible en los montes valencianos.
Ayer, no quise poner nada en el post referido a los incendios, porque ayer estaba yo estaba incendiada con las imágenes de los animales muertos o muriendo, y las noticias de que la guardia civil no estaba dejando entrar a activistas proanimales a las zonas incendiadas donde se intuye hay cientos de animales heridos, quemados, desorientados... viviendo un horror.
Cuando suceden estas cosas, siempre recuerdo que tengo sangre holandesa y belga en mis venas, en mis genes está el aprecio por los animales, y no el desprecio que tenemos en los países sureños hacia estos compañeros vitales.
En la Europa a la que yo quiero pertenecer los perritos entran en los restaurantes, les ponen agua y de comer y son considerados, seguramente con más cariño que cualquier niño español chillón. En esa Europa, riadas de gente habríamos ido organizadas por el estado a ayudar a los animales que están sufriendo cerca, muy cerca de la ciudad de Valencia. Habría sido una acción preferente de las instituciones, salvar vidas humanas... y animales. A cambio de esto, una lee en el periódico la tristeza de los cazadores porque se quedan sin cotos de caza, y espera sentada a que se les abra la veda para que veloces vayan a masacrar cualquier animal que herido y/o muerto de hambre se acerque a los campos no quemados en busca de alimento, agua, o refugio.
Este tipo de cosas es lo que me hace no creer en los españoles, porque esto no es tontuna, aturdimiento, o siestear, esto dice mucho de la pasta de la que estamos hechos.
Montate una granja y serás feliz...y dejate de dar más importancia a que no dejaron entrar a los porculeros a molestar. Dedicate a otra cosa.
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